MIÉRCOLES

Este día se designa como el “día de la entrega” o “de la traición”. Este es un día para olvidar, pero el hecho siempre conmueve y llama a la reflexión.


Al nombre de Jesús toda rodilla se doble,
en el cielo, en la tierra y en los abismos:
porque el Señor se hizo obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por eso, el Señor Jesucristo 
está en la gloria de Dios Padre.
Flp 2, 10. 8. 11

Oración inicial

Dios nuestro, que para librarnos del poder del demonio, entregaste a tu Hijo a la muerte de cruz, te pedimos que nos concedas alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA

En el tercer canto, se muestra al servidor de Dios dispuesto y entregado a la misión. Si en el canto anterior había recibido un oído para escuchar la Palabra, ahora esa Palabra debe ser trasmitida a través de una “lengua de iniciado”. Y esa Palabra ha de ser de aliento, y no de juicio, castigo, condena o venganza.

Lectura del libro de Isaías 50, 4-9ª

El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Está cerca el que me hace justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí! Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿quién me va a condenar?
Palabra de Dios.


Salmo 68, 8-10. 21-22. 31. 33-34

R. ¡Señor, Dios mío, por tu gran amor, respóndeme!

Por ti he soportado afrentas y la vergüenza cubrió mi rostro; me convertí en un extraño para mis hermanos, fui un extranjero para los hijos de mi madre: porque el celo de tu Casa me devora, y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian. R.

La vergüenza me destroza el corazón, y no tengo remedio. Espero compasión y no la encuentro, en vano busco un consuelo: pusieron veneno en mi comida, y cuando tuve sed me dieron vinagre. R.

Así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias; que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor: porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos. R.

Aclamación al Evangelio

¡Salve, Rey nuestro, obediente al Padre! Fuiste llevado a la crucifixión, como un manso cordero a la matanza.


EVANGELIO

Dos preguntas tan diversas: una de parte de Judas, “¿Qué me dan si les entrego a Jesús?”; y otra de parte de los amigos, “¿Dónde quieres que te preparemos la Pascua?”. Ante Jesús hay posturas muy antagónicas y determinantes. Esto llevará a que cada uno tome decisiones.


Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 14-25

Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Ázimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”. Él respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: ‘El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos’”. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”. Él respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”. Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?”. “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.
Palabra del Señor.


MEDITAMOS LA PALABRA

Hoy vamos a meditar la misma escena que ayer, explicada esta vez por Mateo. Lo esencial es común en ambas narraciones.

Pero Mateo pone de relieve algunas significaciones diferentes de las anotadas por Juan.

-Entonces uno de los doce, llamado Judas, se fue a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: "¿Qué me dais y os lo entrego?" Se convinieron en treinta piezas de plata, y desde entonces buscaba ocasión favorable para entregarle.

Vemos, aquí a Judas tomar la iniciativa.

Misterio de la libertad y de la culpabilidad humanas. Todos los evangelistas subrayan que Judas iba tras el dinero: esta es la explicación inmediata que dan al gesto aberrante de su antiguo colega.

¡El dinero!

-El día primero de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron. "¿Dónde quieres que preparemos para comer la Pascua?" El les dijo: "Id a la ciudad a casa de un tal y decidle: El Maestro dice: "Mi tiempo está próximo, quiero celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos." "Mi tiempo está próximo..."

No deja de pensar en lo que se acerca. Jesús ha previsto "esta comida" el lugar preciso lo había ya determinado con un amigo... La "Cena", la primera Misa, no es una comida improvisada al azar. Será una "comida pascual" evocando toda la tradición judía. El pan sin levadura evocaba la salida rápida de Egipto en la que no hubo tiempo de dejar fermentar la pasta: comida festiva cantando una liberación.

-Llegada la tarde se puso a la mesa con los doce discípulos; y mientras comían dijo: "Uno de vosotros me entregará".

Muy entristecidos comenzaron a decirle cada uno: "¿soy acaso yo, Señor?"

Y con eso llegamos al relato de Juan. La iniciativa de Jesús.

La interrogación de los apóstoles.

-Respondió: "El que conmigo mete la mano en el plato..."

Los detalles precisos son diferentes, pero el sentido es el mismo. Jesús hace un gesto "de comunión": para un hebreo, tender a alguien el plato, es hacer un gesto simbólico de amistad.

Puede decirse que, por parte de Jesús, no hay ninguna condena, sino el ofrecimiento de una amistad. Es Judas solo el que se condena al rehusar la tentativa de su amigo. Por otra parte, Jesús estaba suficientemente habituado a "comer con los pecadores", como se le ha reprochado a menudo: y esta tarde, no menos que otras veces, no ha rechazado a un pecador... es Judas quien se ha separado de El.

La Eucaristía, es también una comida en la que Jesús nos ofrece la comunión con El.

Cada misa es un gesto de Jesús hacia los pecadores que somos nosotros, siempre que no nos excluyamos nosotros al rehusar su amor.

Haz que descubramos, Señor, la significación simbólica de la comida que Tú ofreces a los hombres: tenemos a un Dios que "ama a los pecadores y quiere salvarlos".

Pero, tenemos también a un Dios que respeta nuestras libertades y no se impone.

"¿Soy acaso yo, Rabbí?"--"Tú lo has dicho." Eres tú quien lo has dicho... eres tú quien decide la respuesta a dar.


Jesús coloca a Judas ante su responsabilidad. Todo sería posible todavía si Judas aceptara esta mano que Jesús continúa tendiéndole.


ORAMOS CON LA PALABRA

El Hijo del hombre no vino para ser servido
sino para servir y dar su vida
en rescate por una multitud.
Mt 20, 28

Oración conclusiva


Padre, concede a tus hijos participar siempre de los sacramentos pascuales y esperar con fervor los bienes prometidos, para que, renacidos por estos misterios, alcancemos una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. 



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